La nueva clase política profesional

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Guatemala. Delegados del despacho de la Vicepresidencia anterior gastaron dineros públicos en camisas, bebidas, peluquería y hasta medicamentos para la disfunción eréctil. Honduras. Un diputado del gobierno pasado, se ve claramente en un video en Internet donde le ‘ofrece’ su dedo mayor a un grupo de manifestantes.

Bolivia. El parlamentario Domingo Alcibia Rivera, del partido gobernante, es sorprendido por las cámaras de seguridad mientras abusa sexualmente de una asambleísta regional. Venezuela. El diputado oficialista del partido Socialista Unido, Pedro Carreño, increpa al ex candidato presidencial Henrique Capriles, puntualmente con las palabras: “Responde, homosexual. Acepta el debate, maricón”.

Costa Rica. El diputado del partido oficial, Fabio Molina, dice que ‘no es inmoral’ haber llevado cervezas a la Asamblea Legislativa, y que lo hizo para que sus invitados no se quedaran ‘sedientos en la tertulia’. Y hay más ejemplos que brincan entre pañuelos beligerantes; diputados subidos en monumentos, y aquellos que le ‘besan el anillo’ a un candidato presidencial para acceder a alguna Junta Directiva en una institución autónoma.

La calidad importa
Dando el beneficio de la duda a que hay excepciones dentro de nuestra élite política, y los casos antes descritos no son generalizados, salta la pregunta: ¿influye la calidad de los políticos en el funcionamiento de la democracia?

Cristina Rivas, Purificación Vicente y Francisco Sánchez se hicieron esa misma pregunta en el estudio: ‘La educación como elemento de calidad de los políticos latinoamericanos’, un proyecto de investigación de la Universidad de Salamanca.

Una de sus conclusiones fue que “los políticos de calidad conllevan el mejor funcionamiento de los sistemas políticos” y, hablando de los legisladores, apuntan que “la posición privilegiada que tienen en el sistema político, los convierte en actores fundamentales en el funcionamiento del régimen, ya que de ellos depende la operación cotidiana del sistema, y la generación de normas que construyan la democracia”.

Mi decepción no se hizo esperar al comparar la cita con el desempeño de nuestros congresistas. ¿A qué podemos atribuir que cada generación legislativa supere a la anterior en aberración, ineficacia, e irrespeto a los costarricenses?

Culpables y soluciones
Encuentro 4 argumentos culpables. El primero es la desprestigiada imagen que funcionarios como los que inician este artículo le han obsequiado a la opinión pública sobre su labor. ¿Quién quiere decir en su grupo social que es familia de un diputado?

El segundo es la motivación que tienen los políticos en nuestro país para enrolarse al poder. Lejos del discurso trillado de ‘servir a la patria’, un buen número de ellos busca algún portillo para una empresa allegada; favorecer a familiares con puestos públicos, o hasta simplemente, acceder a la posibilidad de tener un carro del año. Quien quiera aportar al país ya debería tener sus necesidades de ego profesional y aspiración personal llenas. El Gobierno no es para eso.

El tercero es el sistema de elección de diputados ‘a dedo’. Basta con ver las caras que los principales partidos eligen para ocupar los lugares privilegiados en las papeletas de cabecera de provincia.

Y el último es el desinterés de nosotros los ciudadanos, al ser espectadores, elección tras elección, de cómo los tomadores de decisiones del Estado deterioran la imagen del país con su accionar.

El estudio de los españoles en cuestión concluyó que “el nivel académico de los diputados sirve para mostrar cambios en el acceso a la educación, la movilidad social, y la profesionalización de sectores medios; aspectos que sirven de base para la creación de una nueva clase política profesional, a la par del proceso de democratización”.

Llegamos a un punto de inflexión. Redefinamos nuestra clase política. Es momento de que los mejores profesionales también estén en el sector público.

¿Tenemos una democracia de electores, o una democracia de ciudadanos?

Juan Manuel Fernández C.
@juanma_cr

Columna publicada en Plaza Pública

FOTO: Centro de Información de la Asamblea Legislativa

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Publicado por Juan Manuel Fernández C.

Editor de negocios. Periodista. Investigador. Especialista en marketing de contenidos, economía y negocios.

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