La imaginación de nuestros presidentes

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Hay países de América Latina que viven dos mundos: el creado a conveniencia por sus Jefes de Estado… y el real.

Cuando le preguntan al escritor Carlos Alberto Montaner por la dura realidad de su natal Cuba, él lo resume con una ingeniosa metáfora. ‘Imagínense a Fidel levantándose cada mañana en su habitación, y observando la isla por su ventana’, dice.

Parafraseando su historia, describe a dos Cubas: la que el octogenario líder observa: la Cuba de la revolución victoriosa y el embargo injusto, donde el marxismo triunfó y el pueblo disfruta todos los días las mieles de la libertad. Y la otra, la real. La que depende de las remesas que llegan del exilio; la de los profesionales condenados a salarios de miseria, y la que crece menos de lo que necesita en su conjunto, pese a los intentos de instaurar un socialismo a lo chino en los últimos tiempos.

Un país tiene síntomas de que se está yendo al traste, cuando su gobernante vive, respira y alardea de otro país diferente del que es.

Pero la mentira se cae
El ejemplo más próximo y actual de esto último es Venezuela. La nueva falta de respeto que recibió el pueblo de ese país, y la comunidad internacional por parte de Nicolás Maduro –una vez más– fue su declaración de que, en la Casa Blanca se gesta un plan llamado ‘Colapso Total’.

La taimada operación, según ha declarado, pretende el sabotaje de la distribución de alimentos, electricidad y combustible en Venezuela. Esto, solo unos días después de acusar a ‘grupos de ultraderecha fascistoides’ de ‘programar’ el apagón que paralizó al 70% del territorio nacional durante 4 horas, el pasado 3 de septiembre.

Resulta sencillo echarle la culpa a cualquiera, cuando se tiene a un país casi quebrado. La inflación acumulada a ocho meses asciende casi al 30% (según el diario El Mundo de Venezuela terminaría el 2013 en 42,6%); las reservas internacionales están por los suelos; la devaluación es de un escandaloso 46%; y el gasto público está ahogado gracias a que el Gobierno solicita cada vez que se excede, recursos extraordinarios a través de la Ley Especial de Endeudamiento Complementario.

Julio Borges, diputado nacional del opositor Primero Justicia (PJ), declaró al diario El Universal que «ya el pueblo venezolano no se cree los cuentos sobre los planes golpistas, ni magnicidios, ni iguanas gigantes que se comen el tendido eléctrico«. Para Borges, hay una total ‘desconexión’ entre las necesidades del país y lo que Maduro dice y hace.

¿Mejor que quién?
Similar caso ocurre unos países al sur, pero esta vez el discurso es al ritmo de tango. La prensa se resiste a creer las cifras de inflación del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) de Argentina. En la cumbre de presidentes en San Petersburgo, Cristina Kirchner pudo haber reconocido por primera vez y en privado, que la inflación en su país no es del 9% como ellos mismos se han empecinado en insistir, si no que efectivamente, podría estar por encima de esa cifra.

La estadística extraoficial apunta al 21,1%. En el país donde vive la presidenta –que al parecer no es el mismo donde viven las dos terceras partes que no la apoyan más, según los resultados de las últimas primarias- también se calentaron las redes sociales con graciosos memes sobre su afirmación de que en Argentina se vivía mejor que en Australia y en Canadá. ¡Vaya imaginación!

El ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, piensa diferente, y advirtió en los medios que la presidenta Fernández «dilapidó» las bases económicas que el país logró en 25 años.

Autobombo presidencial
Ambos casos son extremos y preocupantes. Costa Rica aún no está en ese nivel de risibles realidades paralelas. Pero inquieta ver que llegue el domingo en la noche, y toque escuchar la Cadena Nacional en televisión de la Presidenta Laura Chinchilla.

Y ni siquiera es por la partida presupuestaria de ¢1130 millones (unos US$2,2 millones) que a inicio de año pretendía, sin éxito, levantar la imagen de la mandataria. Es por su contenido. Y no me mal entiendan. No estoy en contra de la proyección social, pero no solo de Redes de Cuido (proyecto estrella de su Administración) puede vivir un país.

Tenemos un déficit fiscal creciente; una urgente necesidad de reducir el gasto; una infraestructura vial tan atrasada que no aguanta más las condiciones del clima del trópico; una economía desacelerada, un empresariado pidiendo bocanadas de oxígeno ante la creciente escalada de los hidrocarburos; una matriz energética anacrónica con las buenas intenciones verdes del país; un congreso experto en desacuerdos, y la lista sigue.

Por eso pienso que la imaginación de nuestros presidentes peca, a veces de corta, a veces de conspirativa, y a veces de pésima calculadora matemática. Y eso tiene consecuencias graves para el desarrollo.

Yo quiero para América Latina una raza de presidentes más realista.

Juan Manuel Fernández C.
@juanma_cr

Foto: Flickr Presidencia de la República del Ecuador

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Publicado por Juan Manuel Fernández C.

Editor de negocios. Periodista. Investigador. Especialista en marketing de contenidos, economía y negocios.

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