Seis razones que explican la pérdida de apoyo del Partido Liberación Nacional, reflejada en los resultados del 2 de febrero.
A pesar de los gritos triunfalistas de Antonio Álvarez Desanti, Jefe de Campaña del Partido Liberación Nacional (PLN), de que la noche del 2 de febrero los costarricenses tendríamos presidente, el resultado electoral preliminar (Solís, Acción Ciudadana, 30,95%; Araya, Liberación Nacional, 29,59%, TSE), fue un balde de agua fría para el partido que ostenta el poder de forma ininterrumpida desde 2006.
Si el próximo 6 de abril resulta perdedor, hay seis razones que podrían explicar esta derrota histórica:
- Un gobierno saliente impopular. La mala propaganda del Gobierno de Laura Chinchilla no ayudó. Un medio nacional identificó recientemente 12 escándalos que empañaron la gestión de Chinchilla, la cual entrega el poder en mayo. Actos de corrupción de funcionarios públicos, y la incapacidad de gestión en temas clave como infraestructura resquebrajaron la confianza de los ticos en que el Partido de Gobierno merezca repetir por tercera vez al hilo en la silla presidencial.
- El grito por un cambio. Un 80% del padrón electoral (es decir, abstencionismo más votos válidos contra el oficialismo) no votó por Johnny Araya el 2 de febrero. El PLN llevó a cuestas la peor elección de su historia. Ahora encara la votación de segunda ronda del 6 de abril, con las estadísticas en contra y con una gran mayoría que no lo valida.
- Un candidato que no llenó las expectativas. La campaña publicitaria de Johnny Araya además de rechazada, fue inconsistente en su mensaje, desde el primer spot (‘Contráteme’) hasta el último (comparación de Costa Rica con una oruga). Un candidato con más imagen de político tradicional que de proximidad con el pueblo, no logró convencer para ganar en primera ronda, ni para quedar en primer lugar. ¿Cómo hizo para pasar de un 48% en septiembre de 2012, a un 29% en febrero 2014?
- Fallida estrategia electoral. El equipo asesor de estrategas políticos de Araya falló, y enfiló sus armas contra José María Villalta, que salía primero-segundo en las encuestas, mientras Solís, de Acción Ciudadana, se benefició de los votantes que iban quedando sontos y un poco confundidos. Puede ser tiempo de desechar los amiguismos históricos, analizar objetivamente los fallos y dar una lectura más atinada del momento electoral.
- Histórica transición en sistema de partidos. El sistema bipartidista costarricense viene dando bocanadas de aire. Desde hace 16 años, éste se extinguió de la fotografía legislativa. Hoy son unos 9 partidos que convergen en el Congreso, y Liberación Nacional podría ser el primer Gobierno en entregar el poder a un partido diferente de la Unidad Socialcristiana.
- Una casa dividida. Al ser el partido activo más antiguo del país, con gran peso histórico en la democracia nacional, también ha experimentado un choque de tendencias y de líderes desde adentro. Desde la influencia de los hermanos Arias; el regreso inesperado de José María Figueres (con posible candidatura a 2018), hasta la gestión en la alcaldía josefina de Araya, crearon división a lo interno y se confabularon contra el candidato en estas elecciones.
La alternancia en el poder no significa ni que el partido esté en crisis, ni que el modelo costarricense lo esté. Es el ciclo normal de la democracia. Eso sí, está desgastado.
El partido está ante una oportunidad para que retome el rumbo, escarbe a lo interno, sin arrogancia, en qué ha estado fallando, y se distancie de quienes comprometieron su posición actual.
El país, el partido mismo y la democracia lo agradecerán.
Juan Manuel Fernández C.
@juanma_cr
Columna publicada en Sesión de Control
FOTO: Facebook Johnny Araya