Si censuramos la violencia entre barras de dos equipos, cuánto más la agresión entre dos naciones hermanas.
«Tuve miedo de morir. Soy un tipo duro pero nunca viví un odio así«, manifestó a AFP el segundo entrenador de Albania, Altin Lala, luego de que la violencia se apoderara del partido eliminatorio a la Euro 2016 entre Serbia y Albania el 14 de octubre. El juego fue suspendido.
Un dron teledirigido con la bandera de Gran Albania (un proyecto nacionalista que busca juntar a las comunidades albanesas de los Balcanes en un mismo Estado) voló al campo de juego.
La forma en la que un jugador serbio lo sostuvo detonó una violenta gresca que reivindicó el odio histórico y sectario entre esos dos países; la bronca continuó en el túnel hacia los camerinos, y luego a los podios diplomáticos.
Es imposible divorciar a la política del fútbol. Aunque deberían coexistir por aparte, históricamente se han cruzado. La II Guerra impidió los mundiales en 1942 y 1946. Un partido entre El Salvador y Honduras en 1969 fue escenario preliminar de un conflicto armado de origen político. Y más recientemente lo hemos visto en partidos en el Camp Nou, con la bandera independentista de Cataluña.
Pero lo que más duele es que una manifestación de odio destiñó una vez más un evento hecho, en teoría, para el entretenimiento y sano disfrute (y también para ganar dinero).
Si censuramos la violencia entre barras de dos equipos de una misma liga, cuánto más la agresión intencionada entre dos pueblos, dos naciones que coexisten en una misma región.
Mal por los aficionados albaneses que en tierra ajena causaron disturbios por intereses políticos.
Mal por los jugadores de ambos bandos, que pasaron su rivalidad a los golpes frente a las cámaras de la televisión internacional.
Bien por la UEFA que anunció la apertura de procedimientos disciplinarios contra las federaciones de fútbol de Serbia (FSS) y de Albania (FSHF), aunque el partido ya era de alto riesgo jugarlo.
Mal por nosotros, como humanidad, que seguimos anteponiendo lo que nos diferencia en lugar de entender que todos en el fondo queremos lo mismo: vivir en paz.
Juan Manuel Fernández C.
@juanma_cr
FOTO: Flickr Nazionale Calcio, Licencia Creative Commons
Artículo publicado en 89decibeles
Artículo publicado en periódico El Quetzalteco