Mientras los cavernarios sigan en los estadios, matamos de nuevo a Luther King y volvemos a encerrar a Mandela.
Juan Manuel Fernández C. | @juanma_cr
Treinta años estuvo Sudáfrica fuera de la FIFA (1961–1991). La liberación de Nelson Mandela, fue la puerta para que el país regresara a competiciones oficiales e incluso, dos décadas después, alojara la Copa del Mundo.
Incluso en 2006, la FIFA, con mayor agresividad, lanzó su campaña “Say no to racism”, de amplia cobertura en spots, ceremonias, personajes del deporte y en los mismos partidos.
Y aunque la plataforma del fútbol es única para masificar un mensaje tan trascendental, ha sido insuficiente para evitar las manifestaciones racistas en los estadios.
Racismo, violencia y corrupción dentro y fuera de la cancha
Justamente el fin de semana pasado, en Perú, el panameño Luis Tejeda abandonó el campo de juego, furioso con los aficionados del Cienciano, por agredirlo con gritos simulando a un simio.
El delantero del club Juan Aurich, recibió una tarjeta amarilla por lanzar el balón a las tribunas como respuesta a los insultos, y luego salió al minuto 73 por cuenta propia, pese a no ser expulsado ni sustituido.
En esa misma semana se tuvo que suspender el Feyenoord-Roma, de la Europa League, luego de que se lanzara al campo, desde la barra del equipo holandés, un banano inflable gigante, en alusión al marfileño Gervinho, de la escuadra italiana. Los seguidores locales ya habían provocado disturbios una semana antes en Roma, con saldo de heridos y detenidos en el partido de ida.
Y solo unos días atrás, aficionados del Chelsea no dejaron subir al vagón del metro de París a un pasajero negro mientras cantaban que estaban orgullosos de ser racistas. Los revoltosos fueron expulsados del metro, y vetados de los recintos deportivos.
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Esto fue la semana pasada. En tres partes diferentes del mundo. ¿Son buenas las campañas contra el racismo? Sí. ¿Son suficientes? Claramente, no.
El fútbol sigue atado a los cavernarios, y mientras ellos sigan en los estadios, matamos de nuevo a Luther King y volvemos a encerrar a Mandela.
Columna publicada en Periódico El Quetzalteco
FOTO: Flickr, Club Anderlecht