Las entradas para ver los partidos subieron en Europa. Los derechos de TV y fichajes son impagables. Pero, ¿para qué espectáculo sin afición?
Juan Manuel Fernández C. | @juanma_cr
En los primeros diez minutos del partido Arsenal-Liverpool, los seguidores de ambos bandos dejaron sus asientos vacíos para demostrar su descontento por el aumento en el precio de las entradas.
En las pancartas se leían protestas como: “El futbol sin fans no es nada”. El aumento a 67 libras por un puesto en la tribuna (US$95, unos 760 quetzales) generó molestias en la afición.
Y es que todo en la Premier es negocio. Para el próximo trienio (2016–2019), los organizadores de esa liga recaudarán un 50% más por derechos de televisión que lo logrado entre 2013–2016.
Hablamos de unos US$7700 millones ya confirmados. Y Sky ganó los derechos en cinco de los siete paquetes disponibles. A eso hay que sumar los derechos por transmitir resúmenes de partidos, transmisión por Internet, juegos en diferido, etc. El único campeonato que supera en rentabilidad mundial a la Premier es la NFL.
Días antes, el París Saint-Germain desató la polémica de su afición al anunciar un alza del 17% en el importe que pagan los socios.
Si el club llega a cuartos de final de alguna de las principales competiciones europeas, cada socio deberá pagar 50 euros adicionales a lo que ya abona. Sume 60 más si llega a semis y otro tanto por la final. El castigo depende de lo bien que le vaya al equipo.
Desde 2012, año en que el PSG fue adquirido por un fondo de inversión en Qatar, el diario ‘Le Parisien’ reveló que el abono para ser socio se ha incrementado un 63%.
Este es un camino que le roba a la gente, poco a poco, la ilusión de seguir disfrutando el deporte rey. Nadie pide que sea gratis. El negocio se debe sostener. Pero, ¿en qué proporciones?
¿Valía Garret Bale los US$265 millones que pagó el Real Madrid por él? ¿Alguien tiene los US$1270 millones que cuesta rescindir su contrato?
Cuidado con una burbuja de especulación. El fútbol, sin fans, no es nada.
Columna publicada en periódico El Quetzalteco
FOTO/Flickr kkielly