Crónica de dos meses de darle vida a mi bebé a través de la leche materna.
Por Annelise Blanco y Juan Manuel Fernández

Es la mitad de la madrugada. Los ojos se me cierran mientras cuido que los brazos sostengan bien a mi bebé. Ella termina de comer, sonríe y empieza a adormilarse. Ya no doy más, pero siento la satisfacción de que la misión se cumplió. Una vez más.
Seamos honestos. La lactancia materna es cansada. Cansadísima. En mi caso, los días más duros fueron los primeros, recién llegada Fabiana del hospital. A una no lo preparan para esto. Como toda experiencia, se aprende hasta que se vive en carne propia.
Es un viaje que combina sonrisas con desgaste físico y desvelos con satisfacción compartida. Las heridas que experimenté en los primeros días salieron con un poco de aceite de oliva, gracias a que una asesora de lactancia me explicó cómo sanar y la posición en que debía estar la bebé al momento de comer.
“Ella es feliz y libre”
Solo el hecho de ser la fuente de alimento de otro ser humano, es un privilegio. ¡Es un viaje temporal con pequeñas dosis de vida que se me permite depositarle a mi bebé!
En esta etapa, compruebas que el vínculo ya venía desde el embarazo. Ya ella se alimentaba de todo lo que yo comía. Pero ver cómo ese lazo se transforma, se hace más fuerte y toma otras dimensiones, le da cuerpo y significado a la tarea de la lactancia.

Fabiana prefiere la leche de mamá sobre otros suplementos y prioriza el contacto ‘piel con piel’ sobre las pachas (chupones). No es solo la dependencia. Es su preferencia. Cómo lo aprecia, cómo toma mi dedo, cómo juega y experimenta con el pecho y cómo es feliz y libre cuando se alimenta.
Una vacuna por cada toma de leche
Recomiendo la lactancia porque es un alimento completo. Alguien dijo que es como darle una vacuna cada vez que se alimenta, por las defensas y los nutrientes que transmite.
La recomiendo por la experiencia de estar juntas. Porque difícilmente haya una tecnología de inteligencia artificial que replique que comparte una madre con su bebé.
La recomiendo porque es parte de esta hermosa profesión de ser mamá.
Papás: Tengan paciencia
A los papás, por más que leamos literatura y consumamos tutoriales de video. Por más que lo vivamos en nuestro propio cuarto, en la intimidad del núcleo familiar, es difícil comprender algo que se empezó a construir desde la concepción.
Tengan paciencia. En el transcurso del tiempo, créanme que tendrán la oportunidad de armar su propio vínculo con su bebé.
Será a través de un juego o de una actividad común. De un chiste interno o un acto de complicidad.
Por ahora, disfruten cómo la lactancia es un puente de amor que prepara el camino de todos los lazos que fabricará nuestro hij@ en su vida.
Tan cálidos y amorosos como la lactancia. Desconocidos e impredecibles, pero con una recompensa al final.
La lactancia materna es… respirar el mismo milagro a través de dos cuerpos.
Si la vida te presenta ese regalo… ¡Abrázalo y disfrútalo!